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 feb. 08, 2019

¿Cómo incluir a jóvenes y mujeres en las cooperativas campesinas?

Cómo demostrarles a los jóvenes la importancia de quedarse vinculados a la tierra y la agricultura, de manera asociativa, sostenible y rentable, es el principal desafío.

En marzo de 1969, a raíz del proceso de reforma agraria en el país, se fundó la Cooperativa Campesina Intercomunal Peumo. Sin embargo, entre 1973 y 1980 quedó prácticamente en stand by recuperando sus actividades en la década de los ochenta.

Carlos Núñez Vidal es uno de los pocos socios fundadores que aún quedan y actualmente es el vicepresidente: «tenía 23 años cuando nos motivamos a sentar las bases de Coopeumo; éramos unos cien socios fundadores, ahora agrupamos alrededor de 360 socios, de los cuales 280 activos. Hoy tengo 75 años y tres hijas, pero lamentablemente ninguna de ellas mantiene el vínculo con el mundo agrícola».

Hablando con don Carlos, el relevo generacional se vislumbra como uno de los desafíos más importante para las cooperativas campesinas de Chile: «a mi juicio es un problema tremendo, lo vemos en todo el país. Como Coopeumo tenemos la suerte de estar participando en varias instancias regionales y nacionales donde podemos construir redes y hacer incidencia para que las políticas públicas apoyen los procesos de inclusión de mujeres y jóvenes en las actividades agrícolas cooperativas».

Cómo demostrarles a los jóvenes la importancia de quedarse vinculados a la tierra y la agricultura, de manera asociativa, sostenible y rentable, es el principal desafío. Sin embargo, según la opinión personal de don Carlos, la mayoría de los jóvenes que se proyectan incursionando en la agricultura lo quiere hacer de forma individual, buscando organizar un emprendimiento familiar-privado, y no fortaleciendo las cooperativas ya existentes: «en este aspecto, creo que hay un tema cultural bien marcado en Chile, y no solo en el rubro agrícola. Y esto se refleja también en las políticas públicas y los programas de los ministerios al momento de su aterrizaje en el campo», nos comenta también Jorge Quintanilla, gerente de Coopeumo.

La mayoría de los jóvenes que se ven incursionando en la agricultura lo quiere hacer de forma individual y no fortaleciendo las cooperativas

Por ejemplo, el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP), dependiente del Ministerio de Agricultura, tiene varios instrumentos de promoción, como “Emprende Joven Rural”, “Tierra Joven”, “Yo joven rural”, “Adelante Mujer Rural”. Coopeumo está aprovechando el programa “Yo Joven Rural”, para desarrollar acciones concretas con los jóvenes, pero desde el enfoque cooperativo.

En este momento, con apoyo del Centro Internacional de Economía Social y Cooperativa de la Universidad de Santiago de Chile (CIESCOOP), Coopeumo está llevando a cabo diagnósticos comunales para emprender nuevos programas de formaciones con jóvenes y mujeres, ya que el 70% de los socios tienen más de 65 años. El objetivo de la consultoría con el CIESCOOP es arrojar los principales problemas y enfoques a través de los cuales abordar el desafío de la inclusión.

El proceso de inclusión, finalmente, depende en gran medida de la sustentabilidad del negocio de la cooperativa. Jorge me menciona los principales puntos de fuerza en lo económico: primero, en un 85%, la venta de insumos agrícolas y materiales de construcción a los socios; es la actividad que realmente mantiene la cooperativa. Segundo, la venta de maíz y trigo a grandes empresas que producen fideos a nivel nacional. Tercero, la producción y comercialización de hortalizas, frutas y almácigos de diferentes productos vegetales, que se están vendiendo a través del sistema nacional de compras públicas, con la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB), y en los canales de los supermercados: «Con la JUNAEB la relación empezó en 2017 y el primer negocio fue muy bueno», recalca Jorge Quintanilla. «Pero este año bajó mucho, porque la entidad puso como requisito la disponibilidad de hortalizas durante todo el año. Sin embargo, las organizaciones de agricultura familiar de un determinado territorio pueden entregar productos solo en ciertas temporadas. Son los intermediarios, no los productores, quienes pueden comprar productos a diferentes productores, de todo el país o de afuera, durante todo el año. Parece que la apuesta por la agricultura familiar está perdiendo peso o hay otros intereses que empujan en la dirección opuesta, la de siempre».

En la producción de hortalizas, Coopeumo ha logrado el rescate de una variedad de tomate criollo de la región, el tomate rosado sin intervención genética, que se quiere promover en mercados gourmet y también en los supermercados. Entre las frutas, finalmente, la cooperativa lleva muchos años comercializando ciruelas en fresco y también deshidratadas, un aspecto que profundizaremos en la próxima breve nota sobre la cooperativa de comercio justo Coopeumo.

 

Fuente: El País

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