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 oct. 29, 2021

Listas para seguir apoyando la reactivación

Como ha sucedido durante otras crisis, las cooperativas mostraron gran capacidad de resiliencia y siguen generando beneficios sociales para sus asociados.

Lo que representan las cooperativas del país para el desarrollo económico no se mide en utilidades, aunque en 2020 reportaron 521 mil millones de pesos en excedentes, sino en el bienestar que generan y que se evidencia en sus balances sociales. Ese valor intangible hace que se consideren un sector fuerte, creciente y con gran incidencia en la recuperación de la crisis que trajo la pandemia.

“A mí me parece importante estar asociada a una cooperativa porque da muchos beneficios a los socios, por ejemplo el auxilio de vivienda. También dan el descuento en la consulta de las gafas y muchas cositas en las que tienen en cuenta a los asociados”, dice Adriana María Cuartas Rúa, habitante de Yarumal, norte de Antioquia.

Como ella, son los asociados de estas organizaciones los primeros en defender que existan, sin dejar de lado el principio de cooperar, pues la misma Cuartas Rúa recuerda que para acceder a cualquiera de los apoyos que ha mencionado, también ha puesto su parte: estar al día en sus aportes y cumplir con los requisitos que se les exigen a los asociados.Datos cooperativos

De acuerdo con cifras de la Superintendencia de la Economía Solidaria, la entidad que las vigila, al mes de junio había en el país 7.373 cooperativas, de las cuales 3.692 reportaban información financiera.

El sector que las agremia, la Confederación de Cooperativas de Colombia (Confecoop), señala que operan en 25 actividades económicas y cuentan con 6.300.000 asociados que, en lugar de desertar, crecieron en unos 51.000 el año pasado.

“Se estima que los beneficios no solo llegan a los asociados. Sumados a ellos, son un total de 19 millones de personas las que perciben el bienestar que generan las cooperativas. Entre estas, se encuentran las familias de los asociados y el entorno; en temas como la salud, la recreación y la educación”, destaca Carlos Acero Sánchez, presidente nacional de Confecoop.

Las cooperativas tienen asiento en 31 departamentos del país, hacen presencia en 756 municipios, donde existe la sede de al menos una de ellas, y cuentan con 954 oficinas y 311 corresponsales, según datos de la Supersolidaria.

Por su parte, Confecoop ha establecido que los servicios cooperativos llegan a personas que viven en unas 900 localidades, en ciudades principales y en regiones apartadas.

“Sin duda, el sector cooperativo le aporta al desarrollo del territorio, porque sus excedentes son reinvertidos. Nosotros lo hacemos no solo con productos financieros, sino con procesos sociales que vinculan a las familias, empezando por los niños. Desarrollamos modelos educativos, deportivos, de arte y de emprendimiento”, cuenta Andrés Castro, director de la oficina de Creafam, en El Peñol.

Manuela Echavarría, que está asociada a una cooperativa desde que era muy niña, también expresa que para ella la mayor importancia de pertenecer a una organización de este tipo son los programas sociales y los eventos culturales.

“Tengo cuenta en varios bancos, pero me gusta más ahorrar ahí porque siento que no solo trabajan con mi plata y ya, sino que se me devuelve un poco. Por un lado, porque hay eventos que no me quiero perder, entonces me toca estar moviendo la cuenta, y porque hay cosas que no son solo para los asociados”, dice Echavarría.

Precisamente, bajo estos principios, el alcance y el impacto del sector será medido por el Dane próximamente. A partir de un compromiso de esta entidad con las organizaciones solidarias, se espera que en un año se pueda determinar de forma más específica la importancia de las cooperativas en la economía nacional. Hoy su peso se calcula en 2,5 % del producto interno bruto (PIB).

Aunque ese último indicador es relevante, los directivos gremiales consideran que el ejercicio de medición del sector deberá contemplar otras variables que son más útiles para mostrar la forma en que incide en el bienestar de las personas.

“El PIB es importante, porque mide el crecimiento económico, pero nosotros hablamos en economía social de un indicador diferente, que es el índice de desarrollo humano (IDH). Este nos permite apreciar el avance de la sociedad más allá del crecimiento económico”, señala el Presidente de Confecoop.Fundamentales en pandemia

Pero la fortaleza y capacidad de crecer del sector cooperativo ha podido medirse de otras formas en tiempos de crisis, mostrando que sus organizaciones se adaptan y se recuperan más rápidamente cuando las economías se debilitan por alguna razón.

“Además de no perder asociados, otra característica es que mantuvieron los puestos de trabajo, pues a diciembre de 2019 estábamos hablando de 125 mil empleos y luego del cierre de 2020 hemos visto que no se destruyó trabajo en el movimiento cooperativo. Incluso, hay una tendencia a generar nuevos puestos”, asegura Acero Sánchez.

Según los balances sociales recogidos al cierre de 2020, el cooperativismo ha sido fundamental para la reactivación económica y social del país. En principio, a través de la colocación de créditos para los asociados, en modalidades de consumo y en otras líneas, como la de emprendimiento, pero también es notable el soporte que representaron y siguen representando para el sector real.

Confecoop destaca la capacidad de aguante y de recuperación de las cooperativas del sector transporte, uno de los más afectados con las restricciones de movilidad el año pasado, y la forma en que muchas de estas organizaciones lograron sostener a productores del sector agro, como las cooperativas lecheras. Estas últimas permitieron que los asociados pudieran seguir percibiendo ingresos por sus productos y se les mantuviera el precio, pese a las dificultades.

Los directivos de estas organizaciones están convencidos de que las personas se sintieron más respaldadas por el sector cooperativo durante la crisis y que así sigue ocurriendo.

“Las cooperativas no olvidamos nuestra esencia. Es muy importante y más con todo ese proceso que conllevó la emergencia sanitaria (…) nos mostró que tenemos que ser solidarios y que hay un sector que no dejó solas a las personas”, apunta Castro.

Y los asociados respaldan esa afirmación: “Además de las prórrogas, recuerdo que a mi mamá que tiene un crédito en la cooperativa, le dieron un subsidio de 200.000 pesos en la cuota y se lo dieron a todos los asociados. Los otros bancos solo permitieron plazo e intereses”, dice Echavarría.

Pero el apoyo en el crédito no fue lo único, también se destaca su papel en acompañar en asuntos como el ocio, la salud mental, las prestaciones médicas y otras actividades durante los meses más complejos de los confinamientos y ahora durante la reactivación. Estos últimos beneficios, según los líderes gremiales, evitaron la deserción de los asociados.

“La gente entendió el valor de estar asociada a una entidad que cuando llega la crisis apoya a los que más lo necesitan”, asegura Acero Sánchez.

Es precisamente su capacidad de poner en el centro a las personas lo que hace que el sector cooperativo no pierda su esencia, mientras sigue fortaleciéndose, creciendo y apoyando la recuperación que trajo la crisis de la pandemia al país.

Fuente: Confederación de Cooperativas de Colombia

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