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 nov. 19, 2018

Los peligros del mercado financiero informal

Las cooperativas cobran por sus créditos tasas 5 puntos porcentuales menores que los bancos

Las cadenas de ahorro y los créditos gota a gota son algunos de los esquemas más riesgosos, pues no son vigilados por ninguna entidad. Si buscan alternativas a la banca tradicional pueden recurrir a una cooperativa, pues ofrece productos flexibles pero formales.

Aunque se ha avanzado, a Colombia todavía le falta mejorar en términos de inclusión financiera: solo ocho de cada diez colombianos cuentan con al menos un producto financiero, según el más reciente informe del programa Banca de las Oportunidades y la Superintendencia Financiera. Por esto hay todavía una porción importante de la población que sigue recurriendo al mercado financiero informal: esquemas de ahorro y crédito que no están avalados ni vigilados por los entes de control.

Algunos recurren a ellos debido a que son más flexibles que la banca tradicional, y otros lo hacen porque no tienen alternativa, ya que ninguna otra entidad los recibe y les brinda sus servicios. Pero son altamente riesgosos, pues no brindan ninguna garantía formal y legal a los usuarios. Aun así, hay quienes siguen optando por este tipo de servicios e incluso los recomiendan. Y tal vez los esquemas más icónicos de este mercado financiero informal son las cadenas de ahorro y los créditos gota a gota.
El primero (las cadenas de ahorro) es una simple táctica en la que varias personas se unen para ahorrar de forma conjunta y luego deciden qué hacer con ese dinero que han logrado acumular: por ejemplo, prestarle al que más lo necesite de la red o invertir en algún negocio. De esta manera obtienen algo de rentabilidad por sus recursos. Es en realidad una buena práctica siempre y cuando se realice con familiares y amigos de mucha confianza.

El riesgo de verdad se da con las cadenas de ahorros manejadas por terceros, pues la única garantía es la palabra y en cualquier momento los promotores se pueden escapar con el dinero. Es más, algunas cadenas de ahorro se disfrazan de pirámides: captando a usuarios con sus irreales promesas de rentabilidad. Y lamentablemente están en auge, pues tan solo en 2017 las intervenciones de la Superintendencia de Sociedades a estos esquemas piramidales crecieron 75 %.

Por su parte los créditos gota a gota son préstamos que se destacan por cobrar tasas muy por encima de la tasa de usura que fija mensualmente la Superfinanciera. Además, la Policía colombiana ha emitido varias alertas de que los promotores de estos productos son bandas criminales que articulan sus operaciones con el narcotráfico (como “Los Rastrojos”), por lo que el usuario de estos productos puede poner en riesgo su vida.

Es decir, este esquema de financiamiento es ilegal e inseguro y representa un golpe grave a las finanzas de quien los toma: pagar un crédito de $2 millones a dos años, con una tasa del 29 % efectivo anual (el límite de la tasa de usura), representa intereses de $579.000; pero con los créditos gota a gota las tasas pueden ser de más del 10 % mensual (según las denuncias de la Policía), es decir 213 % efectivo anual. Lo que implica que terminarán pagando $3,3 millones tan solo en intereses (también deben pagar los $2 millones del monto préstamo). Es decir que podrían pagar dos o tres veces el monto prestado.

Hay alternativas

No hay necesidad de correr estos riesgos. Hay varias alternativas atractivas de ahorro y crédito, que son vigiladas y avaladas por los entes de control. Pueden por ejemplo recurrir a una cooperativa.
Debido a su naturaleza sin ánimo de lucro, dan productos y servicios con beneficios que no se encuentran dentro de la banca tradicional. De hecho, cada afiliado de la cooperativa se convierte automáticamente en socio de la entidad, es más que solo un cliente. Por esto, puede ser la alternativa cuando ninguna entidad financiera aprueba el préstamo que se necesita y se conseguiría el crédito con tasas bajas.

Cooperativas como la Financiera Progressa cobran tasas que son 5 puntos porcentuales más bajas que las del sector bancario tradicional, o incluso menores. Es decir, pueden ahorrarse más de $200.000 en intereses para un crédito de $2 millones a 24 meses. Por lo que si recurren a una de estas entidades pueden evitar caer en un crédito gota a gota, con sus intereses hiperaltos, y en cambio tomar uno de los productos de financiamiento más barato del mercado.

Y las cooperativas también dan opciones de ahorro. Hay todo tipo de productos, desde esquemas de ahorro permanente hasta los de ahorro programado, con los cuales es posible cumplir una meta como comprar una casa. Además, los montos, plazos y hasta los términos de retiro de los recursos se acomodan a cada usuario. Lo que representa una flexibilidad que no dan los fondos de pensión ni la banca tradicional, pero con retornos similares (de más del 5 % E.A.).
Además, el usuario que toma cualquiera de estos productos está protegido y tiene varias garantías. Carlos Acero, presidente de la Confederación de Cooperativas de Colombia (Confecoop), explica que “la actividad financiera cooperativa está regulada por la ley colombiana (Ley 454 de 1998): las cooperativas financieras (hay cinco), que prestan sus servicios a sus afiliados y a otros usuarios (no afiliados), son vigiladas por la Superintendencia Financiera, y las cooperativas de ahorro y crédito (hay 181), que solo prestan servicios a sus afiliados, son vigiladas por la Superintendencia de la Economía Solidaria”.

Acero agrega que “tanto las cooperativas financieras como las de ahorro y crédito deben estar inscritas en el Fogacoop, que es el fondo de garantías de estas entidades. Es decir, los usuarios de estas entidades tienen seguro sobre sus depósitos y recursos”.

Esto significa que con las cooperativas existe una alternativa para tener varias de las ventajas que ofrece el mercado financiero informal, pero sin sus riesgos: con productos seguros y legales que ofrecen estas entidades vigiladas por varios entes de control.

 

Fuente: El Espectador.com

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