oct. 25, 2019
Finagro prestará unos $15 billones al campo este año
Una mejoría en la inclusión financiera
La llegada de un técnico a la presidencia de Finagro le ha permitido a la entidad consolidar las cifras de financiamiento del campo colombiano. En el primer semestre, la cartera ha crecido 17% y la colocación asciende a $11,4 billones. Es más, el 2019 podría finalizar con recursos de crédito por más de $15 billones.
Portafolio habló con Dairo Estrada, presidente del Fondo de Financiamiento del sector Agropecuario.
¿Cómo se ha comportado el crédito agropecuario este año?
La dinámica ha sido muy buena. El crecimiento supera el 17%, es decir, varias veces por encima del crecimiento promedio de la economía en general. La cartera está creciendo más que el promedio de la del resto del sistema financiero. Esto muestra que ha habido una apuesta muy importante de la banca privada en llevar crédito al sector rural.
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¿Cuánto se ha colocado este año?
Hemos colocado $11,4 billones, y terminaremos el 2019 con unos $15 billones o 16 billones. En este momento la meta se ha cumplido 123%.
¿Cómo se explica que el crédito crezca en esas proporciones, pero el sector no?
Hay dos fenómenos que explican esa situación. Primero, que todas las operaciones de crédito no necesariamente se transforman automáticamente en Producto Interno Bruto. Hay unos procesos que tienen efecto a futuro. No toda la dinámica de crédito va directamente a inversión. Una parte va a capital del trabajo.
El segundo hecho es que ha habido procesos de reorganización de la cartera y normalización en el sector que tampoco se ven reflejados en el crecimiento.
¿Qué productos o actividades del agro han mostrado una mayor dinámica en la demanda de crédito?
El sector ganadero es el más contante en la demanda de financiación. El café también es significativo, al igual que palma de aceite, caña, aguacate, arándanos, banano y flores.
¿Cómo va la operación y del Fondo Agropecuario de Garantías (FAG)?
La producción rural enfrenta cuatro altos riesgos, que puedo resumir de la siguiente manera.
1- Riesgo de financiación, es decir, que el productor no encuentre crédito para apalancar sus proyectos productivos. 2- riesgos de mercado y volatilidad de precios. 3- Riesgos climáticos y 4- Riesgos fitosanitarios.
En financiamiento, hay un problema adicional, y es que la gente no tiene cómo garantizar el pago del crédito. El 60% de la tierra de los pequeños productores del país no tiene títulos de propiedad, es decir que no cuenta con una garantía real. En ese caso, los bancos no prestan.
El FAG es clave. Este es el mecanismo a través del cual el Estado le sirve de garante para respaldar el préstamo. Eso tiene un costo de 1,5% del valor del crédito. Hoy, el 98% de los préstamos a los pequeños productores agropecuarios están respaldados por la garantía del FAG. Pero es clave que el país titule la tierra.
¿Cómo va el índice de siniestralidad del FAG?
En este momento ha habido un incremento en la morosidad. Estamos buscando medidas adicionales para blindar los recursos y hacer sostenible el Fondo.
Yo creo que es necesario subir la comisión del 1,5% a 2,5%. Eso significa que por un crédito de un millón de pesos a un producto le cuesta solo $15.000 anuales. Con la nueva tarifa se elevaría a $25.000 al año. Creo que eso sigue siendo bajo y en cambio sí tiene un efecto multiplicador para respaldar a más productores. Solo así haremos sostenible el mecanismo. Esta propuesta está en la mesa de la Comisión Nacional de Crédito Agropecuario, para su análisis.
¿Cuál es la proporción del destino de los recursos entre pequeños, medianos y grandes productores?
Todos los créditos a los pequeños productores, prácticamente son desembolsados por el Banco Agrario. Los de medianos y grandes productores son más atendidos por la banca comercial privada. Pero en este momento hay una mayor proporción de recursos, en monto, a los medianos y grandes. La de pequeños está entre el 14 y el 16%, el resto es para los medianos y grandes.
El número de deudores que han entrado al sistema ha aumentado, y eso muestra una mejoría en la inclusión financiera. Sin embargo, sigue existiendo una brecha muy grande entre la financiación urbana y la rural. En las ciudades, más o menos el 50% de los ciudadanos accede a crédito, mientras que en el campo apenas el 32%.
¿Cuánto dinero les deben los productores agropecuarios a los bancos, por créditos
de líneas Finagro?
La cartera acumulada es de $25 billones. Eso significa que estamos cubriendo el 30% del PIB agropecuario. La meta es llevar la cartera al 50%, para ello necesitamos elevar el acumulado a unos $33 billones. Es un reto grande, pero creo que con los ajustes que estamos aplicando, es posible hacerlo.
¿Y cuándo pueden empezar a notarse estos avances en el PIB sectorial?
Esto va muy relacionado con el ciclo de los sectores. Lo clave es que nosotros seamos retroalimentadores en los momentos de auge y que sirvamos de contracíclicos cuando las cosas no vayan bien.
El reordenamiento de la producción es indispensable para el país. Debemos hacer planeación en el sector, de tal manera que sembremos lo donde debemos hacerlo y las cantidades que se requieren. No podemos promover la sobreproducción, porque los precios se derrumban y viene la quiebra de los productores.
El Gobierno habla de inclusión financiera rural. ¿Qué esté haciendo Finagro en este tema?
Para hacer más incluyente la financiación del campo, el artículo 63 del Plan Nacional de Desarrollo planteó que Finagro transfiera recursos al Fondo de Microfinanzas que administra la misma entidad, por montos hasta el 20% de su patrimonio técnico, es decir, que en este momento se hablaría de casi $200.000 millones.
Efectivamente, la junta acaba de aprobar el traslado de los primeros $50.000 millones de ese total, para darles fondos a organizaciones de productores, fundaciones, cooperativas y asociaciones de productores que otorgan microcrédito en las zonas más apartadas del país. Estos recursos llegarán incluso a instituciones no vigiladas por la Superintendencia Financiera. También se puede aprobar operaciones de redescuento con Finagro, a estas entidades.
La idea no es solamente financiar actividades agropecuarias propiamente dichas, sino proyectos rurales ampliados como una panadería, un taller de mecánica, un negocio de turismo o la producción de artesanías.
Este mecanismo tendrá montos límites, para evitar que los medianos o grandes se tomen todos los recursos.
Fuente: Portafolio.co
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